Durante siglos, las calizas de Solnhofen, en Baviera (Alemania), se
han utilizado para la impresión de litografías, debido a su grano
extremadamente fino. Gracias a ese grano tan fino, los fósiles que se
han encontrado allí tienen un grado de detalle extraordinario. En 1860
se descubrió en estas calizas la impresión de una pluma, bautizada en
1861 por el paleontólogo alemán Christian Erich Hermann von Meyer con el
nombre de
Archaeopteryx ("pluma antigua"). Ese mismo año se descubrió el primer individuo casi completo de
Archaeopteryx,
un animal con el tamaño y el aspecto de una urraca que vivió hace 150
millones de años. Actualmente se conocen diez ejemplares de
Archaeopteryx,
además de la pluma original, que sin embargo es posible que no
pertenezca a la misma especie. En los fósiles, además de los huesos, se
han conservado impresiones de las plumas, lo que hace de
Archaeopteryx el ave más antigua conocida.